El viento me invito a conocerlo, las notas de su guitarra fueron las anfitrionas para nuestro encuentro, lleva un par de años en el mismo lugar, con la mirada vaga, sus manos parecieran ser ásperas, y su cuerpo luce cansado, siempre limpia con un viejo trapo rojo con una devoción única su vieja guitarra, con mucho cuidado, con esmero, con el amor de ese luthier que siempre quiso pero que jamás pudo ser.
Todos los dias repite ese mismo rito, fuma un cigarrillo y cierra los ojos para el y su instrumento ser uno, y cuando toca pareciera que se olvida de su miseria , de su desventura , sus ojos miran a su interior, y parece que tiene el poder de hacer crecer rosas en medio de ese parque maltrecho .
No se cuantos años tendra pero calculo que debe estar por encima de los cincuenta, pero eso es lo de menos, estoy seguro que eso le importa poco, juega con su alma y canta a la vida que se ha olvidado de el, no es un musico callejero cualquiera, es mas que eso, es un punto de luz en medio de esta urbe que cada dia es mas mierda.
Su repertorio parece interminable, y cuando no hay un tema, improvisa de una manera extraordinaria, teje melodías y sus sueños, en esa vieja caja de madera. Las noches las guarda para Gardel, por que dice que el tango es como el dolor en la vida, que algunos nos duele el vivir, pero que es inevitable, y la miseria se vuelve tango, y los recuerdos triste se convierten en boleros que solo el puede cantar, aquí poco importa sus ropas raidas y su barba, este es el cielo, es su cielo, insisto que no era un musico cualquiera, es el mas miserable y el mas sublime que pude haber visto y escuchado.
Llevo en mi cabeza ,esas melodías, ese sonido rustico pero jamás desafinado,de ese maestro que si bien no se su nombre, tengo su música en el alma, y algun le dire que me gusta mas las canciones de Caetano veloso cuando las canta el.
martes, 8 de enero de 2008
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